El objetivo fundamental del ministerio de la música en nuestro distrito consiste en utilizar la herramienta de la música para desarrollar el sentido de misión que nuestra iglesia tiene por vocación. Deseamos que la música sea un medio con el que alcanzar a toda la diversidad que nos envuelve. Y para ello necesitamos de las diferentes expresiones que la música puede desarrollar, siempre envueltas en el ámbito de la proporción, y guiadas por el principio de excelencia en el que nos inspiramos.
Dios ha entretejido la música en la trama misma de su creación. Leemos que cuando hizo todas las cosas, alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios (Job 38:7). El libro del Apocalipsis describe el cielo como un lugar de alabanza incesante, que resuena con cánticos de adoración a Dios y al Cordero por parte de todos (Apoc. 4:9-11; 5:9-13; 7:10-12; 12:10-12; 14:1-3; 15:2-4; 19:1-8).
Debido a que Dios hizo al ser humano a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música con todos los seres creados. De hecho, la música puede tocarnos y conmovernos con un poder que va más allá de las palabras o cualquier otro tipo de comunicación. La mejor música, la más pura, eleva nuestro ser hasta la misma presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo adoran con cánticos.
Pero el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla de bien y mal. La música no es moral ni espiritualmente neutra. Puede elevarnos hasta la experiencia humana más sublime o puede ser usada por el príncipe del mal para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira y odio.
La mensajera del Señor, Elena G. de White, continuamente nos anima a elevar nuestra perspectiva en cuanto a la música. Ella nos dice: “Cuando no se abusa de la música, ésta es una gran bendición; pero mal empleada, es una terrible maldición (El hogar cristiano, p. 371). “Debidamente empleada es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma (La educación, p. 167)”.
PRINCIPIOS
De estos dos fundamentos glorificar a Dios en todas las cosas y elegir lo más noble y lo mejor dependen los demás principios que se presentan a continuación para seleccionar música.
Hacer música adventista del séptimo día implica elegir lo mejor y, sobre todo, acercarnos a nuestro Creador y Señor para glorificarlo. Enfrentemos el desafío de tener una visión musical alternativa viable y, como parte de nuestro mensaje profético, hagamos una contribución musical adventista distintiva como un testimonio al mundo respecto de un pueblo que espera el pronto regreso de Cristo.
ORGANIZACIÓN